Las radiaciones electromagnéticas se dividen en dos grandes categorías, dependiendo de su nivel de energía: las radiaciones ionizantes y las no ionizantes. Ejemplos de radiaciones ionizantes serían la radiactividad o los rayos X. Están admitidas como peligrosas y se gestionan con las medidas de seguridad apropiadas, por lo que ya no volveremos a tratarlas, y nos centraremos en las no ionizantes.
Las radiaciones no ionizantes son las producidas por la corriente eléctrica, transmisiones de radio y televisión, y telefonía móvil (también llamadas microondas).
De estas radiaciones siempre se ha dicho que no perjudicaban porque no producían efectos de calentamiento celular (los llamados "efectos térmicos"). Esta opinión nunca ha sido unánime entre los científicos, pero recientemente se vienen produciendo una serie de hechos que han sacado el tema a debate. Lo que ya muchas investigaciones han dejado claro es que también existen "efectos no térmicos", que hasta ahora no se han tenido en cuenta, pero que no por eso dejan de ser peligrosos.
Las radiaciones que hasta el momento se reconocen como más perjudiciales son, por un lado, las emitidas por los tendidos eléctricos de alta tensión y sus estaciones transformadoras, y por otro, las derivadas de la telefonía móvil, tanto las emitidas por los teléfonos móviles como las procedentes de sus antenas base.
Según Ecoportal los expertos en bioelectromagnetismo sitúan el nivel de riesgo biológico, para exposición permanente, en 200-300 nanoteslas (2-3 miligauss), de campo magnético de baja frecuencia (50 Hz).
En 1992, el estudio del Instituto Karolinska, de Estocolmo, encuentra riesgo significativo con exposiciones de 300-400 nT (3-4 mG), en un estudio a largo plazo sobre 500.000 personas que viven cerca de líneas de Alta Tensión.
En el mismo sentido la norma sueca SWEDAC, limita la emisión de campo magnético de los ordenadores a un máximo de 250 mG (0,25 nT), a 50 cm de la pantalla, y es aceptada por todos los fabricantes informáticos.
El Instituto Nacional de Ciencias de la Salud y Medioambientales, NIEHS, de Estados Unidos, publica un informe del Grupo de Trabajo que clasificó los campos electromagnéticos CEM como un posible carcinógeno.
El biofísico neozelandés Neil Cherry, en un estudio a petición del Parlamento Europeo (mayo 2000), concluye que el nivel de seguridad de las radiaciones electromagnéticas es cero. Esto significa que no existe ninguna dosis CEM inocua.